sábado, 25 de agosto de 2012

Sabemos quien es y que puede o no hacer


Me he detenido, aunque podría decir que llevo detenido no horas, ni minutos, tal vez días o semanas, incluso meses y años, ahora es cuando vienen los recuerdos de lo que incluso pareciera otra vida, una vida teñida de tristeza, desesperación, odio, gritos, lagrimas y lamentos, con la fantasía constante de darme un tiro en la cien y acabar con todo, pero antes escribir unos cuantos renglones que acabarían cubiertos de sangre.

Todo se me hacía frío, inaceptable, estúpido, con mi familia hacia como que todo girara bien, para ellos en momentos era inocente, tonto, el chico, inexperto, para otros era un simple adicto, borracho, violento personaje que engordaba sus palabras presumiendo de la espera del momento de acabar con un hoyo en la cabeza, con las mujeres las cosas no andaban, terminaba por rechazarlas, por ser rechazado, lloraba y rasgueaba el dolor en hojas de cuaderno que terminarían en la basura, incluso prefería regalar mis escritos, imaginaba que mi dolor se iba ahí y que el otro se estremecería tanto al grado de tenerme lastima.

En un tiempo me dedique a gritar en un grupo de música, al punto que tuve miedo de que perdiera la voz, imaginaba que ahí me encontraba, en los gritos agudos, bestiales, infundadores de terror, el terror era mío, no sé si en alguna ocasión me pregunte por que quería suicidarme, no sé si la gente me buscaba donde no estaba, no sé si yo me busque en lugares donde no me encontraba, realmente no recuerdo haberme buscado.

Vinieron las épocas del olvido y los reemplazos, los malos eran otros, los torturadores pasaron a ser mis amantes, seguía pensando en matarme, reprochando que no era escuchado, preguntándome acerca de que mierda salía de mi boca para que los demás no me entendieran, la idea del suicidio como escarmiento para mi seres queridos estaba más que en forma, sin embargo pasaban los años y las palabras no se hacían carne, se presentaban en múltiples formas coloridas. ¿Realmente hubo en algún tiempo motivo alguno para matarme?

Hoy después de haber donado unas cuantas letras, unas cuantas expresiones, una buena imagen, incluso un bonito dibujo, unas sonrisas, se que la gente mirará para otro lugar, un lugar que ¿ocupe?, me verán en líneas mal hechas, borradas, remarcadas, en figuras hechas por un niño de primaria, en los movimientos de mis manos, en mis cruces de piernas, en mis datos personales, preguntarán quien soy, de donde vengo, a donde voy, por que estoy ahí, que quiero, donde vivo, con quien vivo, por que vivo ahí, por que no me gusta la salsa, por que de pollo, porque del por que.

Y no con todo lo anterior, me pedirán una identificación, papeles y más papeles, se les olvidará que dije, si es que escucharon lo que dije o escucharon mis palabras que eran suyas y yo solo moví los labios, o simplemente se los dijo las voz interna, además empezaran a buscar que es de lo que soy capaz, capaz de desear a mi madre, de querer matar al papa, de negar a dios, de ser vegetariano, de leer libros que no sean de autoayuda, de no dormir, de que no me gusten las cosas absurdas, de no creer en la palabra amor, de reírme del dinero, todo eso y más podrán saber buscando donde no estoy.

Al final me darán las gracias, incluso puede que me llamen y me digan, usted es apto para seguir muerto, ahora me pregunto: ¿me estoy buscando?, ¿me he buscado?, y si es así ¿donde lo he hecho?, ¿podré encontrarme?, ¿estaré en las palabras de otros?, ¿en mis palabras?, ¿en las palabras? ¿y si no alcanzan las palabras?, ¿podré estar en el silencio?; ya me he detenido bastante tiempo, es hora de seguir caminando entre las personas aprovechando que hoy nadie me mira.

Ricardo Castro Galván

Sin rumbo


Entraba a los túneles que aguardan miles y miles de desconocidos, aunque algunos digan lo contrario, ya que hacen descripciones de sus iguales, a saber de quien hablan realmente, introducía mi boleto para un viaje rutinario, al andar por el anden del metro, miraba a mi alrededor buscando alguna cara; cuando llego el metro y el timbre sonó, la gente se aventaba, se empujaba, para hacerse un lugar en su mundo.

Todos nos veíamos los unos a los otros, pensando cuan falsa puede ser la imagen que cargamos, yo observaba atentamente mi reflejo, donde mi rostro me había abandonado hace algún tiempo, mi mano en el bolsillo, tan extraña, tan perniciosa, advenía de lo que pudiera ser algo real. El timbre sonaba nuevamente pero ahora tras de mí, encontraba una salida y no era precisamente la que lleva a la inmortalidad.

Me encontraba danzando en un río de grasa, lodo y agua, me tomaba la sorpresa del brazo, temerosa por los monos vestidos de gente o la gente vestida de monos, aquellos se acercaban a las empresarias del amor, para facturar un amor verdadero, ahí sus cuerpos se hostigan, huyendo uno del otro, rumiando que tal vez para la siguiente ocasión el señor tempo se ponga en juego.

Llegaba a un edificio de color blanco, con barrotes oxidados, olía como suelen oler los sabios, el olor del muerto, al pararme en la entrada también lo hacia una rata, o ella creo ya estaba allí esperando desde hace un rato, no era una rata cualquiera, ésta no tenía pelo, sus ojos eran gris-azul, gorda y fétida, salieron corriendo dos barrenderos y la levantaron, creía que si me quedaba quieto también me barrerían, no tuve suerte.

Gire mi atención en algunos conejos que saltaban en lo que parecía el área de juegos de los barrotes oxidados, emitían un canto: calva y nada, calva y nada. Decidí seguir vagando por ahí, llegue al número 1980 de la calle unión, tenía un letrero curioso: mantenga la boca cerrada y deje que el silencio hable, entre, subí por unas escaleras, quede frente de una habitación, tenía una iluminación tenue, pase por favor, tome asiento, dijo un tipo que estaba escondido en su escritorio.

El humo del cigarrillo irritaba los ojos, sin embargo los sin cara no se preocupaban, ellos seguían en lo suyo, inhala, exhala, tosían esporádicamente, ahí conocí a Soledad, era tan simple, vacía, pero era llamativa como Nadia, relataba un poema de cierto poeta llamado Ander Tezcatl:

Inventando vehementes
Visiones,
Donde desnudo tu cuerpo,
Puedo idear tocar
La puerta y encontrarte
Un mejor lugar,
Que pueda adular,
Sin apagar la ciudad,
Y volverte a inventar
Un verso que te haga suspirar.

En lo personal odio a los poetas, creen ser testigos de sus castigos, según ellos formulan grandes cantos al amor, al odio, a la naturaleza, sin embargo no son los únicos que pueden recorrer lo recóndito de cada hueco de las letras que existen para nombrar lo no dicho, aparentan olvidar que el poeta es aquel que pasa del ser al no ser como dijo una mujer.

Además ¿quien se puede autonombrar poeta?, ¿será que se pueden diferenciar de ser poesía y hacer poesía?, ¿pueden dar cuenta de esto? Así como vagaba por las calles, vagaba en mis adentros, el sujeto que estaba escondido en su escritorio, me pidió que si quería seguir en el lugar, leyera un poema, Soledad planto su visión en la dirección en la que me encontraba, los sin cara estuvieron a punto de moverse.

Saque una hoja del bolsillo de mi pantalón, ¿era un poema el que estaba escrito en ésta?, era para Nadia, me paré y leí:

Nadia no es bella,
tampoco fea,
muchos hombres
indagan en ella,
algunos otros la niegan.

¿Nadia sonríe?
Nadia no llora
por una pérdida,
Nadia come nada
mientras aguarda
que vengan a verla.

Me detuve y salí por la puerta, ¿los muertos fuman?, pensé, regrese por donde había venido, escuche los pasos de alguien, tal vez era Soledad que me seguía, voltee y sólo estaba la rata calva de antes, malditos barrenderos no pueden hacer bien su trabajo. Seguí mis pisadas para borrar cualquier rastro de existencia, era una locura, reí, me hallé en el mismo vagón de antes, bueno todos son iguales.

Cuando bajé note que Soledad iba delante, sonreía, al pasar junto a ella grito: ¡Ander murió, Goethe murió y Dios existe!, la perplejidad me arrebato la voz, Soledad agregó: el sol tiene edad para dispararse en los montes de las sombras que gimotean, ¿Tus sombras gimotean?, tomé silencio para contestar, a usted que le interesa, Soledad sonrojo, pero si me platicas a diario, en el instante donde se extingue la luz, te arropo, te gustan mis ósculos intensos, me ruegas que no me vaya, ¿lo has relegado tan pronto?, ¡vieja loca!, a Soledad se le saltaron los ojos y me abofeteo.

Fui a sentarme al lado del árbol de la noche triste, los chicles pegados en él, era lo realmente triste, vine aquí para hacer nada, no hago nada y cuando pasa esto pienso en Nadia tiene a…..

Nadia apareció de la nada, al verla, sonreí, tiene algo, no es bella pero tampoco es fea, hay algo que quiere nacer en ella, Nadia rompió mi silencio y del árbol de la noche triste, ¿Cómo te fue en tu búsqueda?, me dijeron: queremos gente de acción, que conviva, alegre, amante de su trabajo, les dije que yo podía serlo, me iban a llamar.

Nadia soltó su lengua, la seguí en su desplegar por el piso, yo repetía: que cosas, imagine cuando fui a unas oficinas a pedir informes, la mujer que tenía un orgasmo con la voz que salía del teléfono, me miro, le habló a la voz- permíteme- lea este letrero por favor, el papel decía: solicitamos personas que quieran triunfar a costa de otros, me largue de allí.



Ricardo Castro Galván

....2012?


Todos los días al entrar a esa bañera mohosa de aguas oscuras que van y vienen por mis pies y piernas, ocultando lo que esta por debajo de mi cintura, mirando el reflejo en el azulejo de una lampara descompuesta de luz agónica por los años de servicio, pienso en los hombres, en su futuro, en su trabajo, en su pensamiento, pensar sobre el pensar.

El tiempo se me escurre como mugre mojada en el piso, seco la nausea en mi cuerpo, aquella que llego hace casi un año cuando opte por dejar los libros, disfrutaba tocarlos, olerlos, acariciarlos, cuidarlos, leerlos, sentía que con ellos podía tener una gran distancia con los demás, una diferencia dichosa de ser más que ellos, sin embargo fracase por que era como ellos, había tenido su pensamiento, sus lágrimas...

Esas lágrimas donde la imagen desaparece cada vez que caen en una hendidura que nadie mira, hendidura de esos ojos donde habitó y habitara la muerte, tal vez ahí sea una puerta que lleve a la respuesta de lo que se ignora; en su brillo, en su dolor que matiza los rostros y que al final los gusanos besan con fervor, el mundo se apaga para dar paso al silencio ruidoso.

En esos ojos encontré el ser, ahora ni el ser ni los ojos me hablan para obedecer, aún pienso en aquellos días cuando era alguien, alguien como el pensar de los demás, no sé si siento nostalgia, pero aún toco el fantasma que me seduce para no tomar lo oculto de las palabras dichas como esposas y que aún me sujetan en la apuesta por operar de alguna forma lejana y cercana de sueños que me escuchan crecer en la hierba.

Aún escribo, tal vez para no morir ignorando mis letras, ya que después de encontrar la muerte fuera de mí, ahora me pregunto como vive en mí; la ausencia de las letras es fría, solitaria, pesada, se que si tomo mis letras jamás me olvidaré de mí hasta que por fin mi cuerpo desfallezca, ¿Porque no las he tomado? ¿por que quiero ser alguien cuando se es inexistente ahí? ¿quiero existir? Quiero Ek- sistir....

Ricardo Castro Galván